Yo con la religión mantengo una relación
de respeto pero desde la discrepancia lógica por mi formación. Mis años de colegio de curas
fueron muy buenos, y los puñeteros me convirtieron en cristiano crítico,
alimentado después por algunos curas progresistas de aquellos que llamaban
con el adjetivo de obreros o comunistas, según estuviera de moda.
Así que cuando veo tonterías que no
soportaría Jesucristo me pongo de los nervios. San Antonio “El Guindero” es
simplemente San Antonio de Padua o San Antonio de Lisboa. Un agustino portugués
que murió en la ciudad de Padua, no sin antes cambiarse a ser franciscano,
muriendo muy joven y con una salud siempre delicada a principios del siglo XIII.
Si en Madrid se le llama “El Guindero” es
por un presunto milagro de lo más tonto que uno se puede imaginar.
Dicen que en el siglo XVII un labrador de
Madrid iba al centro de la ciudad a vender unas canastas de cerezas subidas a
un burro un poco demasiado burro. El caso es que en plena Cuesta de la Vega el
burro se cabreó y dio con las guindas por el suelo, y estas presas de su
redondez se apresuraron a dejarse caer por la cuesta. Normal todo.
El labrador que pensaba sacar unos buenos
cuartos de aquellas cerezas se puso a jurar en todos los muertos posibles y en
eso se la apareció un fraile que mirándole con cara de amistad y alegría le
dijo que no se preocupara. Aquellas guindas estaban desechas, sucias,
espachurradas, pero según las iba recogiendo el fraile se volvían con más
brillo todavía del que tenían en el árbol. Acojonado el labrador le dijo que le
llevaría un canasto de cerezas donde él estuviera aquella tarde y el fraile le
dijo que él siempre se encontraba en las iglesia de San Nicolás.
Acudió el labrador y tras preguntar al
párroco este le dijo que el único fraile que en aquella parroquia había era un San
Antonio de Pauda que efectivamente tenía la misma cara y sonrisa que el fraile
que le había recogido las cerezas. Milagro a la vista, pensaron todos y se
apresuraron a creer más y más en aquel “Guindero”. Que me digo yo, si de verdad un Santo viene a realizar algún
milagro, con lo complejo que es lograr venir tras llevar varios siglos muerto
¿no hubiera sido mejor venir a realizar un milagro con mucha más sustancia que
salvar del brillo a unos canastas de guindas?
Ahora San Antonio “El
Guindero” se dedica al Pan de los Pobres, lo que está muy
bien, más en una ciudad como Madrid donde las necesidades sociales son tan
tremendas. Pero una cosas es la caridad, otra la justicia y otra muy diferente
los milagros de novela costumbrista.