16.12.14

El poder de la gente es el futuro de las sociedades

El poder de la gente es un lema ampliamente utilizado para campañas de diverso tipo, el último uso que yo conozco fue en las elecciones europeas de 2014 por parte de IU.

En verdad es una frase muy redonda. El poder de la gente pues además de ser verdad, hace un llamamiento a la responsabilidad, a la participación, a poner en valor lo que realmente importa en las sociedades modernas: las personas.

No han cambiado nuestros sentimiento primarios y secundarios desde que hay historia. Los griegos o los romanos, de los que ya tenemos constancia escrita de sus planteamientos filosóficos o sociales, pensaban en lo importante igual a nosotros. Hoy vuelve a estar de moda —nunca dejó de estarlo— leer a Platón, Aristóteles, Baltasar Gracián, San Juan de la Cruz o Balmes por poner algunos ejemplos. Pasan los siglos para no parecemos avanzar o cambiar en nuestras formas de pensar. Avanza la tecnología y nuestras posibilidades, pero no nuestros interiores, lo que nos indica que están bien asentados los fondos filosóficos de vida.

Pero si es cierto que ha cambiado el concepto de El poder de la gente, es decir, se ha ampliado mucho el grupo al que podemos hoy considerar gente.  Todos somos hoy gente como somos todos personas con los mismos derechos, al menos en el mundo occidental. Nos queda ampliar estos derechos a todo el mundo.

El poder de esta gente, de toda la sociedad, sigue siendo desigual entre personas con los mismos derechos, por eso quien ofrece igualar el poder de las personas, tiene medio camino ganado. Digo medio pues hay personas que no creen esto mismo, y piensan que no se debe dar el mismo poder a todos por igual. Lo cierto es que sus acepciones se convierten en realidad ellas solas, pues no todos los ciudadanos aunque tengan el derecho a tener el mismo poder que todos, quieren ejercerlo.

Pero de todas las maneras, ofrecerse para ampliar El poder de la gente es un buen camino, pues todo el futuro debe girar sobre las personas y no sobre las economías, las estructuras o las instituciones. Sin olvidarse nunca de estas, deben ser las personas las que realmente tengan el poder de modularlas.