Me he levantado con la garganta hecha un estropajo que es una manera muy sencilla para disimular e intentar estar callado. Pero no lo estoy logrando. Me siguen preguntando como si tuviera respuestas siendo mudo de irritación.
A mi santa se le ha ocurrido que lo mejor para esas gargantas rotas es tomar miel con el zumo de un limón, que por si no lo saben ustedes, es como una pequeña tortura de domicilio, pero de las que joden bien. Tras el segundo invento y viendo que era peor el remedio que la enfermedad he solicita por favor que me cambiaran el limón del tercer brebaje por el zumo de una mandarina. Me han mirado con cara de ser un flojo.
Insisto en que lo mejor es no hablar, pero no hay manera. Incluso cuando escribo creo que estoy hablando sin sonidos, pero mi garganta sigue modulando. No se pensar sin modular. Soy raro de narices. Así no se me va a curar esta irritación y más siendo que me niego a seguir con la dieta del limón con miel.
Me han dicho que es una semana. Saco cuentas y justo me joroba toda la Navidad. No sé si esto es bueno o malo. Lo meditaré.