Vivimos tiempos tan vomitivos en España
que pueden surgir hongos como el Pequeño Nicolás y hacernos dudar. Todo es
posible en esta España podrida. Incluso que se creen figuras como la de un
jovencito que vaya por los bares resolviendo problemas de Estado.
Ahora ha decidido hablar en todos los
sitios a la vez. Hoy en El Mundo y en Telecinco. Y solo caben dos
posibilidades. Que todo sea mentira lo que supondría que se la han colado a
decenas de personas importantes de este santo país absurdo. O que todo sea verdad
a lo que no me atrevo a poner adjetivos. Incluso cabe la posibilidad de que se
mezclen mentiras y verdades lo que convertiría en un teatro de variedades cualquier
posibilidad de creernos algo de alguien en España.
Este tipo…, perdón; este señor disponía
de coches oficiales, se le abrían las puertas de despachos de alto rango, de
incluso —como consta— del más alto nivel de Estado. Usaba coches oficiales,
tenia guardaespaldas que a veces eran miembros de la Seguridad del Estado, y
hablaba de temas que le están vedados a todos menos a cien. Y no saltaron las
alarmas. Pero no da el perfil, no representa al espía de películas, no aparente
seriedad, no es un tipo elegido por nadie. ¿Quién abre las puertas y para qué
de estos lugares al demonio que luego habla?
Que tiene información caliente no me cabe
duda, a poco que haya tomado apuntes de cada reunión que ya han confirmado los
protagonistas. Y todos sabemos que la información trae más información. Hoy en
Telecinco no dirá nada. Nada nuevo. Seguro. Pero ahora alguien debe estar
acojonado por un chaval imberbe que osa hablar de las cloacas del Estado.
España se nos descompone y luego las culpas serán de otros, seguro. Si al final habla y dice algo interesante y creíble se convertirá en El Gran Nicolás.