19.11.14

De la Transición, el desencanto y las parroquias de aquellos años

El  desencanto nace en España a finales de los años 70, dando origen tal vez sin querer a lo que luego todos hemos abanderado y elogiado como Los maravillosos años 80”, caldo de cultivo de "la movida".

Cuando ahora escucho a personas jóvenes criticar la Transición como un periodo negativo de la historia posible de España, debe sonreír y sobre todo intentar calmarme para no tragarme mi cabreo. Los primeros que no estuvimos de acuerdo con lo que se había en la Transición fuimos gran parte de los mismos que habíamos salido a la calle poco antes de que el dictador se muriera en la cama, o a la sumo casi enseguida.

Esperábamos más de la nueva época y nos dimos cuenta enseguida. Y no nos gustó nada que el PSOE naciera de unas luchas intestinas que no entendíamos. O que el PC fuera tan blanco como el chicle. O que los partidos pequeños de izquierda, los MC, PT o ORT, por poner tres ejemplos rápidos, acabaran hundidos en las deudas y hundiendo a empresas que habían confiando en ellos.

Los primeros que nos desencantamos con el sistema, y con nuestra sociedad fuimos nosotros, así que si ahora vienen los jóvenes a decirnos que lo hicimos mal, cuando poco les debemos decir, que si, pero que lo vimos y no pudimos hacer nada. Que como buenos demócratas tuvimos que tragar con UCD y sus apaños, con un PSOE que nos desencantó más todavía y con unos poderes escondidos que empezaron a salir como los caracoles, en cuanto apareció el sol de la democracia.

En aquellos tiempos los que no querían aguantarse en silencio se volvían cantautores y los que pasaban de comerse el tarro con la política se hicieron de la movida, con perdón pues no deseo generalizar. Eran dos formas diferentes de ver la cultura y la acción social. Triunfo claramente la movida y por eso ahora recogemos los ecos de la inoperancia social. Supieron trabajarnos muy bien y nos cambiaron silencios por buena música y arte controlado.

Así que por favor. Decir si os apetece que la Transición fue una burla, pero no digáis que no vimos que aquello era una mierda, pues el desencanto existió y era tema para hablar largo en las parroquias de los barrios, entre otros lugares de interés en aquellos años.