11.10.14

Se acabó la micropolítica. Vuelve la macropolíica

La corrupción de Caja Madrid y sus tarjetas opacas es el detalle más obsceno del lugar en el que hemos colocado la política en España, desde casi todos los partidos políticos y sindicatos. Resulta increíble que esto pudiera suceder con el amparo silencioso de todos los integrantes, amigos de llenarse los bolsillos con dinero de todos.

Se está hablando suficiente, pero de momento la justicia no interviene en espera de reunir todos los datos. Pero el daño es irreparable, y no es tanto la justicia como la limpieza política la que debe actuar.

No es posible creer en la actual democracia con estas trampas. Y esto no lo digo yo, sino la sociedad asqueada que tardará muchos años en volver a creer en los políticos.

No es posible entender por las personas de la calle que seamos capaces de trabajar por la gestión correcta de unos árboles, farolas o parques y además seamos incapaces de detectar millones de trampas, gastos increíbles de personas de la propia organización, enriquecimiento amoral cuando no ilegal.

Cabría preguntarse por la lógica de la inmoralidad donde está el final. Debemos saber si estas prácticas también se han realizado en más Cajas de Ahorros, si se hacen en muchas empresas privadas (que también es que si) para no pagar impuestos, si estos abusos han tenido un gran peso en la actual crisis que nos ha llevado a cinco millones de desempleados, que curiosamente todos ellos nunca han conocido ni de lejos las tarjetas negras.

O limpiamos España de jetas, ladrones y carteristas de traje caro o nunca saldremos bien de esta. O lo que es peor, saldremos mal y con violencia. El trabajo de los políticos no es ahora la micropolítica, sino tomarse muy en serio la macropolítica, como así se verá en los próximos programas electorales. Auditorías, limpieza, cordura, justicia, dureza moral, seriedad y trasparencia. Menos explicar qué se hará en un barrio, y más, mucho más, qué se hará para evitar que estos trucos se vuelvan a repetir. Mientras haya ladrones, no se puede dotar de calidad a los barrios.