Juan Luis Cebrián ha dicho hoy algo obvio que ya apuntaba yo en alguna ocasión: Las sociedades del Norte de África, tras la Primavera Árabe, han transformado las reformas hacia el nacimiento del Estado Islámico. Es todo lo contrario a lo que pretendían, pero ante las reformas contra las sociedades ligeramente democráticas siempre tenemos dos opciones y hay que saber que no existe término medio.
A/ Una parte de la sociedad se vuelve muy violenta y destruye reformando toda forma de democracia. Entra la dictadura militar o religiosa o social a controlar la sociedad.
B/ Una parte de la sociedad quiere más democracia y quiere derribar con presiones democráticas al que gobierna. Se cansa y abandona o logra pactando algunas reformas necesarias pero insuficientes.
Siempre, si no se está seguro totalmente de que la posibilidad A nunca podrá aparecer y adueñarse de la situación con su violencia, existe el peligro si se emplea la posibilidad B, de que al final las reformas que se logren seas precisamente las que plantean los violentos amantes de la opción A. Simplemente, porque sin violencia como opción posible de defensa, a poco que la opción A se quiera imponer, no es posible evitar su tipo de reforma violenta y dictatorial. La única manera de defenderse contra la violencia es con violencia.
O lo que es lo mismo. Siempre hay que elegir entre ruptura y reforma. Pero la segunda necesita la misma fuerza que la primera o sera imposible defenderla, a poco que estornude la primera.
Mucho cuidado pues con las reformas a medias, con un querer y no poder, pues al final siempre hay listos dispuestos a saltar a la mata de la violencia. Por eso siempre las rupturas son violentas y las reformas lentas y poco seguras. Pedir una ruptura desde la democracia es imposible.
Los jóvenes árabes no querían el Estado Islámico, pero al caer las dictaduras militares de sus países se abrió la espita a las dictaduras religiosas que se han transformado al final en militares islamistas. Y que solo desaparecerán con otra dictadura militar. No es un círculo cerrado, es que las transformaciones sociales requieren un tempo y unas instrucciones lentas que no siempre se quieren cumplir.
Nota.: ¿Y no hay solución diferente si no se quiere la violencia? La he apuntado. Jugar con los tiempos y asumir un tempo acompasado dentro de la suavidad y la lentitud. Las reformas siempre son lentas y por ello deben estar muy bien planificadas para que no se canse nadie y se logren unos objetivos palanca, suficientes y asentados.
Nota.: ¿Y no hay solución diferente si no se quiere la violencia? La he apuntado. Jugar con los tiempos y asumir un tempo acompasado dentro de la suavidad y la lentitud. Las reformas siempre son lentas y por ello deben estar muy bien planificadas para que no se canse nadie y se logren unos objetivos palanca, suficientes y asentados.