La tormenta perfecta se ha unido sobre
España hasta acojonarnos más. Efectivamente cuando digo más no hablo en más cantidad
de preocupación sino sobre más personas. Veníamos asustados de lejos,
preocupados de nuestra incapacidad demostrada durante bastantes años. Ahora
solo es que han crecido las personas que se han dado cuenta de nuestra
incapacidad. Lo malo es que muchas de ellas no son españolas.
Las imágenes publicadas demuestran
nuestras formas y modos. Imágenes publicadas ya incluso por medios de comunicación
conservadores para que no exista duda de barrer para casa. Artículos o simples
informaciones que nos destrozan como sociedad absurda.
Y no hablo solo del ébola, me refiero también
a las tarjetas negras, al dirigente sindical de Asturias, a las fotos de la
cacería de Blesa con sus carneros, al lío de Cataluña, a los excesos policiales
en algunos pueblos que se creen grandes, a que un Consejero de Sanidad hable
por no callar poco después de confiar en la Virgen para mejorar la salud.
No me preocupa tanto el ébola como las
trampas de todos contra todos. Se han muerto en Cataluña de legionella 10
personas y seguimos sin saber desde qué foco. Me preocupa que los tramposos
están escondidos por todas las esquinas y que no sabemos qué saltará mañana.
Incluidos los muy honorables que hasta cinco minutos antes de perder su futuro
eran respetados por el miedo y por su poder y dinero. España debe reaccionar,
hacer un reset total y mirar a ver qué queda. Y sobre todo quien quiere quedar,
pues en los últimos años lo grave es que muchos de los buenos huyen de trabajar
dando la cara.