Ayer un político catalán amenazó con la desobediencia civil
como herramienta social contra los abusos políticos. ¿Pero qué es la
desobediencia civil?
Planteada hace siglo y medio por algunos teóricos americanos
de origen europeo que se revelaban contra los impuestos que se aplicaban para
sufragar la guerra contra México como un sistema de rebelión civil pero
pacífica para situarse en contra de los establecido, se ha escrito mucho sin
legislar nada.
Simplemente es no admitir las leyes, desobedecer lo que ellas
indican y obligan, desde muy diversas ópticas, pero siempre lideradas por alguna
organización que es quien dicta el tipo de desobediencia civil que se desea
plantear. No hay que dar ejemplos pues las posibilidades son muchas y que cada
uno se las imagine. Aunque en gran medida suelen ser herramientas de
contestación que afectan a las economías y a las leyes sociales.
La reflexión primera es su compatibilidad o no con los
sistemas democráticos, que nunca han regulado esta posibilidad. Las leyes se
pueden discutir, cuestionar, opinar sobre su idoneidad, pero hasta la fecha
nunca se ha plasmado en una ley las normas para desobedecer las leyes dentro de
la ley, algo que parece un contrasentido, pero también un trabajo filosófico
social.
¿Cómo planteamos el cuestionamiento de las leyes, si las
propias leyes impiden muchos de los mecanismos de reforma o de queja? ¿Es legal
quejarse de las leyes? ¿Hasta donde podemos disentir de las leyes?
Siempre hemos pensado que el cuestionamiento de las leyes
solo se puede dar en aquellas sociedades con leyes imperfectas, equivocadas,
dictatoriales, creadas por sátrapas para anclarse en el poder. Pero cuando
quien legisla y aplica la justicia juega a jorobar de forma ladina, las cosas
se complican.
Por ejemplo estamos a punto de que sea delito acudir a una
manifestación, si en ella gritas o enalteces la violencia. Esto es tan teórico
que depende ser considerado delincuente por múltiples factores a la hora de
rellenar el parte policial de la detención que a veces puede ser arbitraria. El
caso de los detenidos por la Huelga General es un ejemplo. ¿Quiere esto decir
que se bloquea el acceso al derecho de manifestación? ¿Cómo manifestarnos
contra la prohibición de manifestarnos?
No permitir la desobediencia civil nos lleva a crear un
hueco, un vacío que como todos los vacíos sociales, se llena siempre de
violencia. Si no hay un punto intermedio entre la queja legal y la violencia
discriminada, cuando no se permita la primera se obliga a la sociedad a
terminar en la segunda. Se tarda más tiempo en que las sociedades terminen en
las violencias globales; pero sin términos medios, es inevitable terminar así.
Es sociología.