Leo y releo que ya no hay izquierdas y derechas, que ahora hay
abajo y arriba. Esto era una serie de televisión vieja que ha vuelto. Mal vamos
pues. Los de abajo son los que sufren incomprensión y han admitido los engaños,
vinieran las mentiras de las izquierdas o las derechas. Todos les han engañado
con mentiras o medias verdades. Y lo que más jode es que les hayan engañado
“los suyos”.
Así que ahora lo de menos es el programa, incluso Anguita se
ha quedado sobrepasado. Ya no es necesario programa, programa, programa, ahora
es necesario novedad, contar con la gente, dejarlos participar con el riesgo
que esto tiene, buscar responsabilidades y legislar con tranquilidad para las
personas y su futuro.
Cuando los que tienen que gestionar llevan la empresa a la
quiebra —aunque fueran simpáticos— son unos mantas y una asco. Si encima tenían
mala cara y echaban broncas, las pedradas pueden ser una opción. No nos
empeñemos en las próximas municipales en crear programas electorales bonitos e
ilusionantes. No se los leerán, ni puto caso pues ya no se los creen. Nadie. No
les demos bolígrafos ni pegatinas por las calles, es hacer otra vez el ridículo.
Pidámosles perdón y expliquémosles que lo primero es
replantearse todo. TODO. Y buscar los máximos más simples. Nada de grandes
obras, sino vivienda. Nada de grandes inversiones, sino trabajo. Nada de
modernizar las ciudades, sino hacerlas habitables. Nada de boatos, sino
potenciar el comercio del barrio. Y escucharles y dejarles compartir. Y
explicar muy bien todo lo que se hace.
Explicar es informar de manera que se entienda, más dialogar
y debatir. No solo de los bancos para sentarse, sino también de las inversiones,
de las contratas, de la seguridad. Pero no con el concepto de barrio, sino con
el concepto de ciudad y de sociedad. Hay que hablar lo mismo en un Distrito que
en el otro. Y pensar en todos los que sufren y no tienen quien les escuche, a
quien presionar por sus necesidades.