En la comunicación política 2.0 sirven muchas más cosas que salir a
dar la cara ante los medios. Tantas que resulta complicado enumerarlas en unas
líneas.
Sirven los periodistas amigos, las llamadas telefónicas para cambiar
titulares, los regalos simpáticos y nunca de dinero, los amiguismos de bar, las
empresas dueñas de medios de comunicación, las fundaciones políticas o los
amigos de los amigos.
En los últimos tiempos funcionan muy bien los políticos de
cuarto nivel que hablan defendiendo sus ideas en los medios sin que se noten mucho
que son la voz de su amo, los confidenciales que parecen libres pero no lo son,
los tapados que sonríen casi siempre o se cabrean el resto de veces, los blog
de afines sin logotipo, los tertulianos que parecen libres y dan una de cal y
otra de arena.
La comunicación es cada vez más compleja, pero además tiene
que ser más sincera pues la sociedad cada vez exige más y se deja engañar
menos. Lo cual es lógico, por el abuso.
Ahora se exige más el que se entregue la información sin
manipular, sin comentarios, sin tertulias interpuestas, sin cocina. Vamos, que aumentan
las personas que exigen poder opinar solo ellos. Si acaso piden más y más
explicación, más datos, menos opinión. Así que ahora el trabajo radica en
cocinar las explicaciones, los datos, las verdades incuestionables. Es decir,
lograr cuestionar las incuestionables, sin que se note que las están
cuestionando los que las comunican. Hay que ser muy sincero de todo lo que se
dice y no notarse nada todo lo que se callan. Cada vez vale más el silencio.