Uno, al ver a Pedro Sánchez en el programa de televisión
Chester de Risto Mejide ha sentido pena. No es posible dejar salir en un
programa de este tipo a una persona que aspiraría en situaciones normales a ser
Presidente de España, con un nivel de respuesta tan floja. Los asesores no lo
han preparado, no lleva las respuestas lógicas metidas con las chuletas, y se
le nota la indefinición y la vieja escuela.
No es posible decir sin que nadie le pregunte —es mejor
mentir— que nos abe cambiar la rueda de su coche y que tendría que llamar a la
grúa. No es posible responder sobre Cataluña lo mismo que dicen los del PP. No
debe nunca responder sobre Podemos con la respuesta pepera del bolivariano, el
discurso imposible de cumplir, la deuda pública que no se quiere pagar. Quien
abrace estas consignas votará al original, a Rajoy.
No han sido preguntas difíciles ni nuevas. Sobre todo no han
sido inesperadas. Y las respuestas han sido grises, apagadas, del montón, de
nadie que pueda representar algo nuevo. Podría llamarse Felipe, Mariano, José
Luis o José Antonio. Pero él ha subido como Pedro.
Rubalcaba sabía más, respondía con más inteligencia
política, y resultaba igual de creíble. Cero. Me ha dado pena pues me he
acordado de Antonio Hernández Mancha, que los jóvenes ya no conocerá. Perdió
todas sus posibilidades en un programa de Fernando García Tola, que se llamaba
“Si yo fuera Presidente”. Nos esperan años del PP, por falta de alternativas
suficientes. Es lo que hay. Felicidades Mariano.