Ayer leía una idea buena que nos proponía el sociólogo
alemán Ulrich Beck. ¿Y por qué no creamos un seguro de responsabilidad civil
para las empresas, obligatorio como el de los coches, que cubriera todo tipo de
incidentes, tanto en seguridad como en deudas, suspensiones de pagos o
quiebras?
Lo hay para las personas pero no para las empresas, para las organizaciones, lo que ligraría al emprendedor de parte de sus responsabilidades. El precio de dicho seguro sería el gran problema a resolver,
pero seguro que hay forma de aplicarlo son arreglo a la facturación, buscando
que el seguro fuera posible para todas las partes. ¿No lo tienen sin decirlo los Bancos o las empresas públicas que enseguida son ayudadas por el Estado?
Por que el mayor problema que tienen las empresas, es decir
los empresarios, es que una vez que fracasas quedas estigmatizado para toda la
vida. Pierdes todo tu patrimonio, el que no hayas escondido, y te impiden volver
a intentarlo pues en los bancos quedas marcado en rojo.
Esto nos lleva a dos reflexiones. La primera es que los
empresarios están muchas veces más preocupados en distraer sus propiedades
reales que en hacer crecer su empresa. Otra realidad es que los riesgos se
miden mucho pensando sobre todo en el fracaso y no en el éxito. Es cierto que
el miedo cuida la viña, pero para los desaforados están los juzgados.
Normalmente no es sencillo encontrar entre la sociedad a
personas lanzadas que crean importante crear empresa y riqueza, aunque parte de
ella sea para su beneficio personal. Y los países necesitan emprendedores pues
de ellos es gran parte del éxito del país. Pero lo curioso es que en España si
fracasas es imposible levantar el vuelo. Bueno, los jetas no tienen este
problema. Y los fracasos son siempre una gran experiencia para la vida y para
la excelencia.
La idea de tener un seguro que te cubra gran parte de los
imprevistos, de las dificultades en momentos críticos, de los accidentes en las
inversiones, que actúe incluso como un nuevo termómetro hacia tus propias
decisiones, puede ser como decía Ulrich, hasta revolucionario en el mundo de la
empresa y de la innovación.