Crece la deuda pública, se mantiene (o baja un poco) la privada, asusta tener
que deber un billón de euros entre todos, de esa deuda pública en una España que
titubea entre salir de la recesión de forma sosegada pero permanente o si
paralizarse al olor y dolor de lo que está sucediendo en Europa.
Deber un presupuesto anual completo no es tan grave como se
dice. Imaginemos una familia que gane 30.000 euros brutos al año y que deba
30.000 euros a su banco de una hipoteca. No es tan grave ¿no?. Pues eso es lo
que debe España, una anualidad de ingresos.
Otra cosa es además, que le pidamos constantemente a Mariano
Rajoy menos estabilidad presupuestaria y menos recortes y que ahora nos
asustemos por que no sube la deuda pública. El Gobierno lo tiene fácil para
evitarlo. Nos mete un par de tijeretazos más y cuadra las cuentas. Nos aumenta
unos cuantos impuestos y le salen bien los balances.
Lo grave de las deudas son casi siempre los intereses con
arreglo a la inflación. Si España está pagando muchos intereses la cosa se
complica pero si en sus negociaciones constantes está logrando pagar unas
cantidades asumibles la cosa tiene arreglo. Efectivamente las deudas hay que
pagarlas, si son justas y legales. Y si se pueden pagar. Pero siempre es mejor
intentar pagar que terminar en suspensión de pagos y si hay duda preguntar a
los argentinos.
La gran duda debe ser si nos estamos endeudando para ser
mejores productivos, tener una mejor sociedad, estar más cubiertas las
personas. O si en cambio nos estamos endeudando por un mal control del gasto
público, un derroche en tonterías de gastos no productivos, etc. Para eso está
el buen gobierno, sea del PP o de Podemos, de CHA o de UPyD.