El PP de Don Mariano está decidido a cambiar las reglas del
juego de las elecciones municipales, convencido de que así les va a ganar
todos.
Se basa en una realidad clara. Nunca se podrían unir el PSOE
e IU para sacar más votos que el PP. Mientras sigan separados el PSOE y el
resto de fuerzas de izquierda, algo lógico en estos momentos, con la división
imposible de unir de la izquierda, el PP lograría la inmensa mayoría de
alcaldías de España. Para gobernar los Ayuntamientos grandes necesitarían un
cambio de normal pues no tendría suficientes concejales, pero eso es sencillo.
En las grandes ciudades se da más poder al alcalde y punto pelota.
Y es una forma espléndida de cimentar el bipartidismo por
los siglos. No queda claro si sería un bipartidismo del PP más el PSOE o del PP
más la unión de otras fuerzas de izquierda, de cara a otros años, no seamos rápidos. Sin duda estos cambios acelerarían los Frentes Populares, se llamen como se llamen.
Incluso cabría la opción de que el propio PSOE no le hiciera
ascos a esta idea tramposa, pues aunque en el 2015 le quitaría algunas
alcaldías de las pocas importantes que tiene, asentaría para el futuro una
nueva forma de gestionar y de hacer oposición.
El gran problema es que vuelan por los aires los pactos, los
consensos, los diálogos y negociaciones, creando la dictadura de la democracia,
curiosa manera de seguir en el poder por los siglos.
¿Y los partidos políticos pequeños cómo quedan? Pues sin
duda quedan mal, pero al final uno mismo termina por aceptar casi todo y por
rendirse. El político depende de sus ciudadanos. Si no creen los votantes en
los proyectos limpios, hay que rendirse, no hay otra. La historia pequeña y grande
la escribimos todos cada día. También el votante, el que elije, el que da por
buenas las trampas que les planteen. El resto solo nos ofrecemos, y si es que
no pues nos vamos seguir hacia otras tareas. Hay muchas personas que piensan
que desde el municipalismo algunos se hacen de oro y todos ganan una pasta
gansa. Es otro error de bulto del que somos culpables los políticos y los
medios de comunicación. Yo propondría que todos los políticos honrados nos
fuéramos a nuestra casa a ver la televisión. Pero el riesgo es excesivo.