El cambio electoral que pretende realizar Mariano Rajoy para
las próximas municipales es una “cacicada”, sobre todo si lo realiza sin un
consenso básico donde además del PSOE deberían intervenir más fuerzas. Y más
con un sistema en el que lograr un 40% de los votos suponga tener ya de entrada
un 51% de representación, sin segunda vuelta y sin más reformas modernas y
básicas.
Pero hay dos puntos que debemos añadir para aclarar esto. Lo
primero es que no hay desgobierno en ningún ayuntamiento importante de España.
Los pactos han funcionado siempre bien, y han servido para llenar de
sensibilidades diferentes la gestión. Añadamos que en los ayuntamientos donde
ha existido corrupción siempre han sido ayuntamientos con mayorías absolutas.
El segundo es que todos los partidos de izquierda están en contra por su propia
incompetencia para leer la medida desde otra óptica posible. Si se presentaran
listas proporcionales de los distintos partidos de la izquierda se lograría
ganar al PP en casi todos los ayuntamientos de España.
El principal problema de unas listas conjuntas son el
reparto del orden de los candidatos de la lista. Algo que con los métodos
actuales de sondeos bien realizados se puede solventar entre ellos si hay
voluntad buena. Es decir, en vez de pactar después de las elecciones, se pacta
antes de las elecciones y se crea una lista con esos acuerdos. Así de sencillo
es darle la vuelta. Y que los ciudadanos elijan entre una opción u otra. Al final serán los votantes los que aprueben o no la cocina de esa lista.
Efectivamente siempre existe la tentación de que el partido
grande de ese grupo de partidos de izquierda que se presentaría como un Frente
Unido, podría querer imponer sus criterios una vez u otra, en unas elecciones o
en las siguientes. Pero para eso están los sondeos realizados por los propios
integrantes. Ni son tan caros como creemos pues a veces se pueden hacer incluso
por los propios interesados, ni son tan manipulables si los controlan
representantes de todas las organizaciones. Así que cuidado, querido Mariano,
no vaya a salirte el tiro por la culata.