16.8.14

Cuanta menos formación, menos sueldo y libertad, más esclavos

En las últimas décadas hemos tenido en Europa —y por ello en España— un capitalismo aceptable pues lograba hacer crecer las Clases Medias y el Estado del Bienestar y por ello mantener la esperanza de que una parte de los trabajadores mejor preparados lograrían tener una vida más razonable, con más derechos y un nivel de vida en aumento.  Gran parte de los trabajadores llegaron a creer que ya no eran obreros sino clase media, sin saber realmente qué era esa división.

Pero con la actual crisis provocada y sobre todo muy bien utilizada la situación va cambiando —en la Europa del sur de momento— poco a poco pero sin cesar, en la misma línea económica y laboral en la que trabajaron Reagan, Thatcher o Bush padre, logrando hacer que los EEUU perdiera clases medias, a costa de un crecimiento del número de trabajadores de nivel bajo y un mantenimiento de ese 20% que siempre sigue siendo el “rico”, que además de tener dinero tiene el poder, y que nunca se presenta a las elecciones.

Estas políticas se basan en tres pilares fundamentales.
Menos salarios y menos derechos laborales
Menos estado del bienestar o simplemente menos Estado
Menos igualdad en el acceso a la educación y formación de calidad


Podemos fijarnos que es un tipo de políticas que en España también se están realizando y no solo de la mano del PP aunque mucho más desde la mano de los conservadores. Pero este tipo de políticas económicas y sociales fueron empleadas también por el PSOE ante la crisis, o por partidos nacionalistas españoles en sus territorios. La Clase Media resulta a veces un estorbo, pues si bien hace el juego necesario del consumo, tiende a pedir más derechos de los que las Clases Altas desearían entregar, pues saben que se contagian hacia las Clases Trabajadoras o Bajas. Las Clases Altas permitirían que las Clases Medias fueran cómplices del reparto desigual, pero en la medida en que estas se alinean más con los trabajadores, producen temor en los que gobiernan desde la sombra.

 Nunca ha sido problema políticos de derechas o izquierdas, aunque nos lo han hecho creer para mantenernos en tensión social controlable por los “escondidos”. La división es entre poderosos y trabajadores. Entre los que trabajan para el sistema y los que recogen el fruto del sistema. Lo curioso es que siempre han existido un gran número de trabajadores incapaces de ver que estaban siendo manipulados. Aceptarlo y asumirlo puede ser lógico y entendible dentro de las formas personales de comprender el sistema, pero creer que esto no es así como funciona, sobre todo si tienes una formación suficiente, es curioso.

Pero si nos fijamos en el tercer punto de los arriba indicados como herramientas desde el poder para controlar el mercado laboral y social, vemos que efectivamente, en la actualidad —y casi siempre— la mejor manera de controlar el sistema creado para su beneficio es dominar la formación y educación para que se creen el número de profesionales que se deseen crear y que sepan solo hasta donde se quiera que sepan. Nada menos de aquello necesario para que sean muy productivos; nada más de lo estrictamente necesario para que no sean más libres y se monten sus sistemas de trabajo propio.

Los sindicatos han entrado al juego desde hace décadas por motivos que ahora todos vamos destripando. En vez de crear grandes cursos de alta calidad para dignificar el trabajo y permitir crear empresas nuevas desde el autoempleo, han optado por lo sencillo: cursos de iniciación, sencillos, básicos o a lo sumo de calidad intermedia. Por ello en España no tenemos un tejido industrial o empresarial de calidad, pues en gran medida son empresas que pasan de padres a hijos, o grandes corporaciones que nunca admiten la competencia, o nuevos oficios que sufren la purga económica de la mala financiación. Donde no llega el sistema, llegan los bancos para pulir y limpiar.