Leer esta semana El Mundo ha sido un sin vivir para los que
nos interesa el tema Pujol, que debemos ser los menos. Iban aumentando los
millones a espuertas, de 3 a 30 millones, luego a 100, al poco a 300, luego fueron 500 millones y
ahora van por los 1.800 millones. No sé si es que sobran ceros o falta mucha vergüenza.
Pero asusta solo de pensarlo, más de creérselo.
De ser ciertas algunas cifras, y no me refiero a las más
grandes por imposibles de asumir en mente pobre como la mía, las cosas se van a
torcer y mucho para Cataluña, en lo político y en lo social. Las trampas hacían
aun así que la sociedad catalana funcionara e intentará edificar su futuro. Pero
con una barbaridad de este tamaño, donde todos los que tienen la obligación de
saber tienen que estar implicados, pues es imposible callar el sonido de tantos
millones, nos lleva al abandono y al vacío institucional en pocas semanas. Creo
que será imposible soportar a partir de septiembre la oleada que impulsará la
justicia y los medios de comunicación que quieren hablar de una vez.
Cada dato saca a otro dato, cada miedo se va diluyendo en la
medida en que hay información, e irán cayendo estatuas como caerán silencios.
Es la ley política del miedo a verse implicado. Mientras tanto Jordi Pujol, al
padre, está escondido en Francia pues Cataluña ya no le inspira confianza. No
tiene las agallas suficientes para pasar los malos tragos de sus malas
acciones, en su tierra, esa que aspiraba a comandar desde la historia y que al
final comandará desde las alcantarillas. Cataluña no se merecía esto, bajo ningún
concepto.
¿Lograremos tirar definitivamente de la manta, o habrá miedo
a que caigan más personajillos de medio pelo, aunque de mucho poder, en
Barcelona, Madrid o Sevilla?