Cataluña está anonadada, sonada como boxeador sin hígado,
hundida en la miseria de la trampa. Y nadie sabe hacer lo que hay que hacer.
Parar el balón, pitar tiempo muerto y solicitar elecciones anticipadas. Ahora
no toca pedir la independencia de Cataluña pues el fracaso de Puyol como
referente honorable es de órdago y hay que ponerse a pensar en clave diferente.
La historia demanda altura de miras y no hacer como que no sucede nada. Todo se
construye sobre los cimientos que existen con anterioridad. Construir sobre
ruinas garantiza el derrumbe en pocos meses.
Durán sabe mucho de política y efectivamente está jugando en
otra liga. Sabe lo que sucede y está llamado, si él quiere, a ser el nuevo
líder regeneracionista de la Cataluña de derechas. El partido Unión puede
comerse a Convergencia a poco que se separen y sepan edificar alternativas
diferentes. Cataluña está triste aunque su personalidad lo disimule. Le toca a
Artur Mas liderar el cierre de un tiempo que las cloacas del Estado supo
desenchufar a costa de sacar las miserias de Pujol a la luz. Quien hace trampas
se juega a que se las enseñan en el peor momento.