Cualquier día de cualquier mes es un buen momento para comenzar el año, para plantearnos cambios, para intentar ser más felices incluso. El año empieza dos veces, en enero y en septiembre. No desaproveches una de ellas. Pero puede empezar cuando tú quieras, el día que decidas. Si quieres hacer cambios en tu vida… no hay días marcados.
Ser feliz depende de ti, no es sencillo serlo porque recibimos muchos impulsos para restarnos posibilidades de defensa, pero la mayor de todas —nosotros mismos— no nos la pueden quitar. Podemos ser lo que queramos ser.
Hemos dicho varias veces que hay que vivir el día a día, disfrutar el momento, con la carga aprendida del pasado. Pero solo sirve para eso el pasado, para aprender. Para tener experiencia…, sea buena o mala.
Si no hemos logrado el éxito, si consideramos que hay errores en nuestra vida, es inevitable desaprender lo que nos ha sucedido, esa experiencia negativa que nos pesa en exceso. pero nada más que eso.
La opinión de los que nos rodean tiene una importancia, pero solo relativa. Si nos resta libertad de acción, si se convierte en una pequeña dependencia, hay que alejarse de esas opiniones.
No necesitamos para vivir que los que nos rodean aprueben nuestra forma de ser y vivir. Si somos libres e independientes, debemos defender nuestra libertad e independencia y seguir siendo como deseemos ser.
Está prohibido tener prisas para nada. Prisas vacías de objetivos no sirven. La mejor forma de vestirse rápido es haciéndolo despacio.
En la vida hay que tener muchas actividades, no todas con la misma intensidad, pero varias de ellas deben ser de segundo nivel y al menos un par de ellas de primer nivel. No te ates a un solo saco vital de actividades, pues si te falla… se te cae un pilar fundamental para sentirnos más útiles.
Todos sentimos miedos de algunas cosas, es inevitable. Pero lo malo es cuando estos miedos nos sujetan en nuestras actividades. Hay que vivir con la libertad de que somos capaces de vencer los miedos, incluido el de la muerte. Somos seres capaces de vencer muchas más dificultades de las que nos creemos. Por eso somos geniales.