Los blog son algo vivo, es decir, algo que nace y se muere
como todo bicho viviente. Pero no este o aquel, que también, sino todos, el
sistema, la forma, la herramienta. Aviso, no estoy diciendo que estén
atravesando malos momentos, sino que como son algo vivo, se transforman y se
modifican, se mueven y retuercen sobre sí mismos.
Este mismo blog, en el año 2008 —jope hace ya 6 años— tuve
unos meses con casi cinco veces más visitas que en estos meses del 2014. Una
barbaridad pues ahora no me quejo del número de visitas. No me quejo mucho,
quería decir. Pero en aquellos meses tuve en este blog casi cinco veces más
visitas que ahora. Envidia sana.
He revisado las entradas y joroba, no me parecen del otro
mundo, las veo viejas y muy normalitas. Un par de ellas han logrado las 5.000
visitas, pero poco más. Así que no tengo claro los motivos. Sería que en
aquellos meses, como no había redes sociales, la gente leía más blog, digo yo.
Es curioso por que he revisado algunas entrada que considero
interesantes, incluso con los años han aguantado bien el paso del tiempo, y no
han logrado más de 6 visitas. En cambio algunas tontadas de campeonato, algunos
textos casi vacíos superan sin problema las mil visitas. No me logro responder.
Es posible que yo fuera el primero que llegué a hablar sobre las moscas macho o
sobre la nula importancia del perejil en una paella de domingo.
Ni SEO ni tontadas, aquellos textos los escribía desde las
agallas, sin controlar para nada lo que después harían los buscadores. Y menos
pensando en seis años más tarde. En aquellos tiempos no pensaba que fuera capaz
de aguantar tantos tiempos con aquel blog. Y ya ves, aquí estamos. Me lo tengo
que hacer mirar mejor.