La vida está llena de pequeñas cosas. Pero a veces estas se
esconden para no dejarse ver con facilidad. Los detalles marcan las calidades.
Somos muy pequeños, pero no creemos grandes y por eso no miramos a los que son
más pequeños que nosotros. Solo nos entendemos bien con los que son de nuestro
tamaño. Si medimos lo normal nos da temor relacionarnos con un tipo muy alto.
Sentimos piedad amorosa ante un bebé recién nacido. Creemos que el tamaño si
importa sobre todo para atemorizar. Pero una flor diminuta pasa desapercibida
siempre, pues no sirve para regalar, para vender, para poner en un jarrón de
nuestro tamaño habitual. No sirve para demostrar a los demás que es un regalo
suficiente.
Todas las cosas tienen un tamaño asumido por todos y si nos
salimos de ese tamaño aceptado, ya nos da la sensación de que no sirve de nada.
Yo conozco a una mujer que es Alcalde siete días al año
y ella no farda de eso. Conozco a personas que son buenas media hora al día.
Hay contertulios a los que no somos capaces de aguantar más de 15 minutos de su
cháchara. Empresas que no duran más de media docena de meses. El tamaño si es
por menos, si que importa y mucho. Curiosamente si es por más no nos importa
casi nada.