En España hemos tenido mala suerte con nuestros Presidentes
de Gobierno y no hemos sido capaces de asentar la democracia como se debería,
pero mucho menos de lograr una economía productiva válida para el siglo XXI y
una realidad laboral asentada y válida.
Felipe González estuvo casi 14 años en el Gobierno. Sus tres
primeros gobiernos fueros buenos, mejor los dos primeros, pero el cuarto fue un
auténtico desastre.
José María Aznar estuvo bien en el primer gobierno y muy mal
en el segundo. Diríamos que el ascenso de Rajoy a Vicepresidente trajo un
desastre al que se recompensó con su candidatura a Presidente.
José Luis Rodríguez Zapatero fue el gran “bluf” que se
soportó bien en la primera legislatura pero que fracasó estrepitosamente en la
segunda donde se perdió todo lo logrado.
De Mariano Rajoy no cabe decir nada, no merece la pena.
Cuando un Presidente de Gobierno se convierte en un simple
gestor del momento se hunde su papel lógico. Para eso están los ministros y a
veces incluso ni para eso. Ser líder es algo muy distinto a ser Presidente de
la Comunidad de Vecinos. Y en España llevamos 25 años con meros gestores del
momento, con algunas pinceladas de liderazgo pero sin criterios de futuro social.
No hemos avanzado y por eso mismo que salga cualquier joven con un discurso
diferente nos suena a maravillosa oportunidad. Hemos ido perdiendo sin darnos
cuenta la oportunidad de que los mejores sean los que ocupen los puestos más
importantes. Y al final debemos reconocer que la palabra “casta” como
mayordomos de los poderosos que están siempre escondidos, es una palabra
maravillosa para definir quien gobierna en España.
Los que gobiernan países desde la política son meros criados
bien pagados de los que realmente gobiernan “el sistema” desde sus escondites con piscina.