Escuchaba ayer a un Diputado del Congreso decirme que con Aznar se vivía mejor. Jodo, pensé, vuelvo a estar equivocado. Me relataba que en la época de Aznar ellos mandaban pero explicaban, hablaban, escuchaban y se dialogaba, lograban frenarse algunas barbaridades, mientras se empleara el sentido común. Me decía que incluso José Antonio Labordeta había logrado en unos presupuestos meter la modificación de una famosa coma que representaba el cambio de intención de una frase, lo que indicaba que alguien escuchaba y leía los recursos y los entendía. Ahora ni se leen.
Decía que ahora son solo ellos y que todos los demás están de bulto, para estorbar, para tocarles los bulbos y que ni les miran pues no los necesitan. A nadie.
Ya no parece una democracia sino un paripé. Que además, encerrados en el "no hablar", utilizan el silencio para gobernar con decretos leyes y así no tener que entrar en debates que los que mandan desde la mayoría absoluta consideran pérdidas de tiempo.
Pensé siempre que estos tiempos eran aciagos, pero no inútiles y dolorosos. Me volví a equivocar.