Hoy he tenido en mis manos un número de la revista "The New Yorker" que es una de esas cosas que uno desea tener siempre entre los dedos pues sabe lo que representa y lo que hay que respetar por edad.
Entré en una biblioteca pública de las Ramblas como lo podía haber hecho en Zaragoza, Córdoba o Valladolid pues siempre que encuentro una abierta entro para comparar. Y los ojos se me fueron detrás. No es lo mismo tener un pdf que tener el papel. No olía a NY pero me creí que había viajado hasta llegar a mis manos con el celofán del retráctil y poder mantener su olor a tinta.
Anuncios, artículos variados, humor en inglés, más anuncios, fotografías bien elegidas..., ¿y los artículos literarios? Al final. Ocupando suficientes páginas; relatos cortos relatando, cuentos contando, párrafos conteniendo nuevos escritores para los europeos no muy duchos.
Yo no leo inglés y ya no seré capaz de hacerlo. Por eso estoy dolido, por eso doy más valor al icono pues para mi es un imposible. Entiendo cosas sueltas, textos fáciles, pero no literatura y eso me convierte en analfabeto. Veo letras, garabatos, puntos y comas. No veo aunque mire. Y eso jode. Sé el valor que tiene la lectura y sé lo que me estoy perdiendo. Duro de admitir.