Tras una tarde densa de reunión, que te reciba en casa un buen tomate rojo con sabor, regado agradablemente con aceite de oliva, es un gran regalo de tu querida esposa. Si además te ponen un buen blanco del Somontano llegas a creer que te aman. No logras olvidar lo acontecido, lo absorbido en la reunión, pero lo distribuyes para mañana. Seguro que con el reposo tranquilo de las horas todo tendrá otra forma de entenderse, de importarlo pero no desde el traer sino desde el valorar.
Las interactuaciones con todo son importantes, pero son difíciles de valorar y de realizar para que valgan. Son malos tiempos para que alguien crea en alguien. La desafección se contagia en todo. Estamos prefiriendo entender que las cosas suceden por casualidad que pensar que alguno es el responsable de lo bueno y de lo malo. No queremos que nadie sea el responsable, pues ya no creemos en nadie.