Todos esperando a que saltara la chispa en Madrid o
Barcelona, en Valencia o Bilbao y se nos escapa el mechero en Burgos. No entendemos
nada de nada. Es tal el cúmulo de cabreo, de falta de soluciones, de pérdida en
la confianza política, que cualquier gota de agua inunda las cabezas.
Este caso, en Burgos, es la modernización de la entrada a
Burgos por la Nacional I auspiciada por un alcalde y un dueño de medios de comunicación
al margen de los vecinos. Y ha estallado el cabreo.
La violencia hay que entenderla para resolver el problema.
Entenderla no es apoyarla que a veces se nos van los sesos cuando alguno sale
intentando comprender los motivos. Entender no es aprobar, es simplemente diagnosticar
y resolver si es posible. Y lo de Burgos, ciudad tranquila hasta que estalla
tiene un problema grave que casi nadie está viendo. Puede ser el ejemplo a
copiar. Puede ser el laboratorio de chispas.
Hoy por la mañana, a las 12, unos cuarenta jóvenes estaban
destrozando las vallas que quedaban de la obra, recorriendo la calle Vitoria y
rompiendo todo lo que quedaba de la obra. Unos 400 vecinos observaban mientras
que la policía desde la distancia no actuaba y el Alcalde volvía a salir en los
medios diciendo que la obra se haría y punto pelota. Estos son los
ingredientes, alguien debe coger el teléfono y resolver el problema. El de
Burgos y el de su contagio. Atajar con violencia la violencia puede generar más violencia. Hay que resolver los problemas antes de que se conviertan en violencia.