En el año 2014 le preguntaron a Felipe González en Zaragoza por: —¿Dónde está la izquierda en estos momentos en España?
Y la respuesta fue simpática y
dolorosa. Debía referirse a él mismo.
—Al fondo, a la derecha.
Casi nadie en la izquierda quiere que cambien todo, pues
todo es necesario cambiarlo en distinta medida al menos. Y quien debería
liderar esta transformación tienen sobre todo miedo… al abismo.
El PSOE de 2014 estaba congelado en el armario. No sabe qué es, no
quiere saber qué es.
Pero IU está tan dividida internamente que no quiere plantear
primarias pues ni ellos mismos intuyen qué sucedería.
El drama de IU es precisamente la división casi perfecta en
dos. Sus enfrentamientos internos, sobre todo en algunas zonas, es brutal, es
odiosa, de conocerse sería preocupante y las encuestas se hundirían.
Así que el frescor de las nuevas formaciones de izquierdas,
que en otro entorno se hundirían en cuatro días, tienen la alegría de poseer al
menos la razón de Estado, la mochila vacía de pesos innecesarios.