Cataluña, o mejor dicho una gran parte de sus diputados en
la Generalitat (87 de 135) comandado por Mas, han decidido preguntar a los
catalanes sobre la independencia.
Sin entrar a valorar la pregunta doble, sí debemos empezar a
preguntarnos con claridad a donde vamos, que se abre a partir de ahora, qué
podemos hacer los españoles en conjunto para resolver este problema. ¿Alguien titubea de que esto es un problema histórico?
Sin duda lo primero es admitir que hay un problema grave,
importante, del que todos somos responsables y no solo los catalanes. La suma
de varios errores muy importantes, estratégicos y legales, cometidos por
Zapatero, por el Tribunal Constitucional o por el PP han convertido a Mas en un
líder catalán que pasará a la historia. También algunos políticos catalanes se
equivocan pero debemos entender que en algunos casos les estamos obligando a
tomar decisiones equivocadas.
Responder desde el Gobierno que no nos preocupemos, que esta
consulta no se celebrará nunca, y callar después no admitiendo preguntas es
esconder el cuello para que no se lo corten. ¿Por qué pensamos y decimos que
nunca se celebrará?
¿Ayudará a que los catalanes entiendan a España y al revés
si suspendemos sus Administraciones y detenemos a sus líderes y encarcelamos a
los que opinen distinto a Madrid o a Aragón o a Extremadura?
El problema no es 2015 ó 2020. El problema es 2040 ó 2050.
Quien piense que si en el 2014 no se celebra la pregunta por prohibición ya
hemos resuelto el problema de una relación doliente, se equivoca totalmente. Los
políticos deben gestionar el presente pero también diseñar el futuro.
No insultemos a los catalanes con dudas infantiles, con
cuentas de la vieja de la UE, sobre su capacidad económica, sobre sus pensiones o el futuro de sus
empresas. Cataluña será lo que quieran los españoles, lo que quieran los
catalanes y lo que quieran los europeos. Por separado o unidos en sus
intereses. Quien piense que la UE va a odiar a Cataluña se equivoca totalmente.
Quien piense que es mejor obligar a los catalanes se equivoca. Quien piense que
no es posible una España sin Cataluña o una Cataluña sin España se equivoca.
Quien piense que la respuesta contundente y desde España resuelve este problema,
también se equivoca. La Ley está para cumplirse, pero cuidado, que cuando
acudieron al Tribunal Constitucional para prohibir y conseguir que se
prohibiera lo que ya disponía Valencia en su Estatuto, se dio un salto brutal hacia la actual situación.
Ojo con las equivocaciones tácticas, pues Cataluña se nos va y no estamos
haciendo nada inteligente para evitarlo.