Cuando la tos del otoño me ataca, resulta complicado pensar pues estoy más pendiente de que no se me parta el pecho que de otra cosa. Incluso de no hacer el ridículo en público cuando toso, pues pongo cara de imbécil. Más.
Ayer me preguntaba que de donde se forman estas protuberancias casi sólidas que acompañan a todo resfriado que se precie. Sólidas o líquidas. Me entró la tos antes de responderme.
Miro mal, hablo peor, la boca me sabe a jarabe y veo torcido. Esto último como siempre. No me canso más pues siempre estoy cansado. Pero me niego a tomar más química no me vaya a explotar el cuerpo, dicen que humano.
Tengo que dejarlo, me vuelve la tos.