Cuidar de las personas ancianas es algo más que atender sus necesidades básicas. Necesitan amor, cercanía, compañía de alguien que les ofrezca seguridad, entretenimiento, recuerdos.
Se deben atender también sus carencias afectivas, manteniendo una relación sana con nuestros mayores, evitando caer en el chantaje emocional, que a veces ellos emplean como reclamo de atención.
Tampoco debemos ceder ante un posible desigual reparto de obligaciones familiares. Éstas todavía corresponden en su mayoría a las mujeres y es algo que hay que revertir, sea la higiene, acompañamiento al médico, movilizaciones en el hogar, alimentación o cuidados básicos,
Las tareas familiares deberían ser compartidas entre todos los hermanos por igual y no atender a excusas de hermanos jetas que siempre los hay intentando escapare de sus obligaciones o cubriéndolas en el mejor de los casos peores, con una aportación económica. El amor no se compra, se entrega.