25.10.13

Trabajamos en equipo cuando se nos obliga o cuando se nos engaña


La imagen es una cerámica de un artista chino, Wang Yining, que nos muestra a una comunidad haciendo algo juntos, un equipo apiñado. Aunque sea ver una película en un cine al aire libre. La sociedad occidental, la española más todavía, está muy acostumbrada a reunirse para fiestas o celebraciones deportivas. Podemos reunirnos 100.000 personas de todo tipo para gritar lo mismo juntos, para aplaudir e insultar todos a la vez.

Pero en cambio somos incapaces de hacer eso mismo para una empresa seria. Para algo importante.


¿Cuál es el motivo para que las sociedades se unan con facilidad para fiestas y para las guerras y en cambio sean incapaces de hacerlo para realizar obras, proyectos, ideas, iniciativas positivas?

No es necesario que sean obras pequeñas, también las grandes si requieren constancia y esfuerzo, son olvidadas. Si requieren que unos tengan que organizar y otros empujar, si la presencia en el proyecto está jerarquizado y organizado entonces las premisas se vuelven inaptitudes a la obediencia, al apoyo, al trabajar en equipos.

Trabajamos en equipo cuando se nos obliga o cuando se nos engaña. Trabajamos en equipo para divertirnos. O cuando depende de ello nuestra supervivencia. Pero somos muy reticentes a trabajar en equipo por lógica, por sentido común, por actitud básica, por lograr mejores objetivos para todos.

España necesita recuperar su espíritu de equipo. Para trabajar juntos. Pero también para quejarse y lograr que las cosas vuelvan a su posición de origen o a una posición que sea realmente positiva para las personas.

Para formar equipos se necesitan sobre todo líderes, entrenadores que sepan de objetivos y de construir. De avanzar y ganar. Los mediocres nunca pueden ser líderes.