La imagen es una cerámica de un artista chino, Wang Yining,
que nos muestra a una comunidad haciendo algo juntos, un equipo apiñado. Aunque
sea ver una película en un cine al aire libre. La sociedad occidental, la
española más todavía, está muy acostumbrada a reunirse para fiestas o celebraciones
deportivas. Podemos reunirnos 100.000 personas de todo tipo para gritar lo
mismo juntos, para aplaudir e insultar todos a la vez.
Pero en cambio somos incapaces de hacer eso mismo para una
empresa seria. Para algo importante.
¿Cuál es el motivo para que las sociedades se unan con
facilidad para fiestas y para las guerras y en cambio sean incapaces de hacerlo
para realizar obras, proyectos, ideas, iniciativas positivas?
No es necesario que sean obras pequeñas, también las grandes
si requieren constancia y esfuerzo, son olvidadas. Si requieren que unos tengan
que organizar y otros empujar, si la presencia en el proyecto está jerarquizado
y organizado entonces las premisas se vuelven inaptitudes a la obediencia, al
apoyo, al trabajar en equipos.
Trabajamos en equipo cuando se nos obliga o cuando se nos
engaña. Trabajamos en equipo para divertirnos. O cuando depende de ello nuestra
supervivencia. Pero somos muy reticentes a trabajar en equipo por lógica, por
sentido común, por actitud básica, por lograr mejores objetivos para todos.
España necesita recuperar su espíritu de equipo. Para
trabajar juntos. Pero también para quejarse y lograr que las cosas vuelvan a su
posición de origen o a una posición que sea realmente positiva para las
personas.
Para formar equipos se necesitan sobre todo líderes,
entrenadores que sepan de objetivos y de construir. De avanzar y ganar. Los
mediocres nunca pueden ser líderes.