Ayer vi una película en donde mentir estaba prohibido, bueno no, realmente es que no sabían mentir. “Increíble pero mentira” era una utopía negativa, pues lo lógico es disfrutar de las mentiras, saber sacarles provecho, jugar con ellas.
Mentir es positivo, gracioso, válido incluso. Ir por la vida diciendo siempre la verdad es de absurdos convencidos de las bondades mentirosas.
En la película solo encuentran la felicidad básica cuando aprenden a mentir, cuando además saben dosificar la mentira, su calidad y su cantidad. Mentir es una posibilidad más, pero como todas las cosas buenas de la vida, hay que saberla dosificar. Mentir en exceso emborracha.