Estas cuatro situaciones son muy parecidas y a veces las utilizamos incluso como sinónimos.Son amenazas que percibe la persona, reales o no, crecidas en su forma de entenderlas o no, pero que contienen algunas diferencias entre ellas.
Ansiedad. Proviene del latín “anxietas” que quiere decir congoja o aflicción. Consiste en un estado de malestar psicofísico ante lo que se vivencia como una amenaza inminente. Este malestar tiene su origen en los cambios que se producen en nuestro organismo preparándolo para enfrentarse a la situación.
Angustia: Del latín “angustus” que quiere decir estrecho y oprimido. Se puede usar como sinónimo de ansiedad pero parece que se refiere más a la sensación de opresión el pecho y ahogo que le caracteriza.
Pánico: Proviene del griego “panikos” Referido al dios Pan, pues los griegos atribuían a ese dios los ruidos y rumores de que en las zonas boscosas se oían alaridos de ese Dios, que llegaban a producir toda una escala de miedos que llegaban al terror. En la actualidad lo usamos para referirnos al miedo intenso, a una ansiedad intensa, aguda, que se presenta súbitamente y que llega a niveles muy intensos.
Estrés: Es una palabra inglesa con raíces latinas, “stringo” que quiere decir, retorcer, exprimir. El estrés puede entenderse en nuestros días como una sobrecarga del individuo con la idea de que está exprimido hasta la última gota. La sobrecarga se presenta en momentos en los que lo que se nos demanda es mucho mayor que los recursos de que disponemos para dar respuesta.