23.8.13

Consejos para hablar en público con menos nervios y más éxito


Hablar en público es (muy posiblemente) una actividad que alguna vez tendremos que practicar y de la que (muy posiblemente) en ningún lugar formativo nos han enseñado. Es importante sino casi imprescindible, saber defenderse bien en una intervención pública, luego hay que al menos saber lo más básico y si fuera necesario, haber practicado incluso delante de un espejo.

Eso si, para hablar en público hay que llevar preparada la intervención. Sin que se note, lleva un pequeño guion de lo que vas a hablar, de los giros que puedes hacer, del tiempo que te ocupará tu intervención. De las anécdotas que vas a intercalar.

Puede parecer una tontería, pero los nervios son algo que hay que dejar en un cajón y además de ello y para soportarlos mejor, emplear dos métodos bien distintos de comportamiento visual una vez en el estrado.

Uno: ir intercalando la mirada que como orador debes a los oyentes, entre diversas personas, cambiando de punto fijo en cuanto el espectador hace un movimiento. Si encuentras a espectadores que te generen confianza vuelve a encontrar su mirada de vez en cuando.

Dos: no mirar a nadie y hablar como si te dirigieras al fondo de la sala, mirando un poco a lo alto. Yo recomiendo el primer sistema pues ofrece más seguridad y queda mucho mejor.

Cuando hables muestra pasión con lo que explicas, nunca repitas algo como si estuvieras repitiendo una lección aprendida, sé natural pero muestra que disfrutas con lo que dices, que además de dominarlo te agrada contarlo.

Solo si eres capaz de creerte lo que dices, serás capaz de hacerles creer a los oyentes lo mismo.

Intercala datos personales, pequeñas anécdotas o historias personales, estas complementan perfectamente pero además al final suelen ser las que quedan en el recuerdo de los oyentes.

No te preocupes por equivocarte, todos nos equivocamos, pero sé sincero y real, no finjas, ellas ya saben que eres humano y que te puedes poner nervioso.

Recuerda que la sonrisa, los gestos, la postura y la energía, la entonación o los silencios, cuentan y mucho en toda tu intervención. La primera vez parece complicado, pero a la tercera vez ya dominas perfectamente el escenario. Y cuidado, que engancha.