Sobre el federalismo habría que hablar más para aclarar
conceptos, como sucede con el nacionalismo o la autodeterminación. Son muchos
los que quieren confundir e insistir que todo es “separatismo” y pocos los que
en verdad quieren aclararlo pues en su fondo perviven ideas poco claras y
algunas de ellas maximalistas.
Los primeros interesados en aclarar qué es el nacionalismo,
el federalismo o el derecho a la autodeterminación deberían ser los propios
nacionalistas. Pero no se atreven para no perder apoyos internos, pues no
existe una sola idea de cada uno de estos conceptos lo que los convierte en
complejos para llevar a buen puerto la información, la comunicación clara y
sencilla.
Empecemos por decir que no hay una sola manera de ser
nacionalista y por ello cada partido político nacionalista cuida muy mucho de
no aclarar su postura para no perder apoyos internos, para no asustar a los
externos pero que les tienen que votar, para no ser criticado. El gran error es
que gran parte de la población asemeja al nacionalismo con el máximo y ya no
entra a valorar más opiniones matizadoras.
Sigamos con aclarar que no es lo mismo regionalismo que
nacionalismo y esto está muy claro, aunque no tanto el punto de inflexión en
donde se dividen, se cortan ambas opciones. Creer que hay que poner en valor tu
territorio es (de momento) regionalismo. Creer que tu territorio es una nación
propia es nacionalismo. La duda surge cuando tenemos que entender qué es una
Nación. Existen países formados por varias naciones.
No hay consensos sobre las diferencias entre estado, país,
nación, sociedad, pueblo, etc. Otro gran error histórico que cada uno
interpreta de una forma distinta. En realidad la “nación” como concepto es algo
inventado por las personas y que cada uno colocamos de una forma distinta.
Nación es nacer. Pero hoy esto es ya obsoleto. Nación es ponerse de acuerdo en
que se pertenecemos a lo mismo. Nación es una división geográfica, cultural,
lingüística, histórica, social. Nación es un sentimiento.
Pero las naciones pueden funcionar por separado o unidas dentro
de un Estado superior. Los EEUU de América es el ejemplo más simple. Pero
tenemos a Suiza, hemos tenido a la URSS, tuvimos (hasta que por guerras
cruentas y religiosas se rompió) a una Yugoslavia, tenemos al Reino Unido e
incluso de alguna forma a Alemania o
Bélgica. Y tuvimos a una Checoslovaquia hoy dividida en Chequia y
Eslovaquia, caminado separadas de forma pacífica y por el diálogo tras un
periodo corto de naciones federales pero unidas tras la caída del comunismo.
¿Y qué es el federalismo?
Es un sistema político de organización y gobernanza en donde
diversos organismos o naciones se unen para caminar, gobernar, gestionar,
funcionar juntos. Pueden ser naciones, regiones, Lander, divisiones
territoriales, empresas, etc.
Crean como punto imprescindible una Constitución o contrato en donde dejan muy claro qué
corresponde al ente superior y qué deben gestionar cada nación federalizada que
forma parte del grupo superior. Es decir, es un paso superior a lo que tenemos
en España con las autonomías que se han convertido en un sistema superado por
la historia reciente.
A partir de este punto de reconocimiento de las divisiones y
de acatamiento al poder central que le corresponde por la Constitución, surge
la pertenencia libre a esta federación de naciones. Pertenecer libremente
supone también marcar los pasos y sistemas para dejar de pertenecer o para
cambiarse de Estado Federal o para que entren nuevos Estados miembros. ¿Les
suena esto a poderse comparar con la Unión Europea? Pues efectivamente es algo
muy parecido y todos estábamos encantadísimos con que creciera y tuviera forma
y fuerza la UE.
Países federalistas son: EEUU, Argentina, Suiza, Alemania,
Bélgica, Venezuela, India, México o incluso Somalia por poner algunos ejemplos
muy diversos. Es decir, no es ni bueno ni malo, es simplemente una manera de
gobernar y de caminar juntos libremente.
Lo que se plantea ahora en España es si convertimos el
actual Estado autonómico en un Estado federal. Tras la Transición y al crearse
como elemento político unas Constitución autonómica entre otros imprescindibles
motivos por que en el año 1975 nadie hubiera aceptado (entre las fuerzas que
venían del franquismo) una España federal. Pro las continuas ampliaciones de
casi todas las autonomías y el mal resuelto respeto que deben tener las que son
históricas, han convertido el asunto en incapaz de continuar con el mismo
sistema legal de gobernanza.
La patada última al sistema actual fue el fallo del Tribunal
Constitucional contra la reforma del Estatuto de Cataluña, tras la aprobación
por la mayoría de los catalanes. Un error histórico que nos ha llevado hasta un
punto de conflicto latente que hay que resolver
Tras la presentación del documento de trabajo del PSOE que
ellos llaman: “Hacia una estructura federal del Estado”, han surgido voces
desde el nacionalismo catalán sobre todo en contra totalmente a esta fórmula de
federalismo. Mientras tanto el PP deja claro que no está a favor del
federalismo ni es el momento para plantearlo. Señal ambas de que el documento
inicial del PSOE está en el medio, lo cual es ya positivo.
¿Es necesario ahora hablar de federalismo? Si. Cataluña se
nos mueve peligrosamente para la historia de la España actual y cuando una
pareja se rompe ambos tienen responsabilidad. Y los tiempos juegan en contra,
como para dejarlos abandonados en el cajón. Si un Gobierno no es capaz de
gestionar dos asuntos importantes como son la crisis económica y la crisis política,
debe hacérselo mirar con calma.
¿Es la solución el federalismo para evitar que Cataluña se
divida de España? Pues posiblemente si, pero no con total seguridad. Plantear el
federalismo restaría necesidades sociales a la ruptura y eso es muy importante.
De hecho ya estamos en España dentro de un Estado federal compuesto de naciones
distintas. No es reconocido, como no lo es su forma de entrar y salir y es
precisamente en estos puntos tan importantes donde más hay que trabajar en
política.
¿En qué quedaría España como un Estado federal? Los
centralistas creen y dicen que en un Estado federal el ente superior pierde
sentido y poder. Es un error malintencionado. Nadie se plantea esto en los
países o estados que he puesto como ejemplo antes. O al menos no más que si no
fueran federalismos agrupados libremente.
¿Es fácil convertir a España en un Estado federal? Pues
precisamente este es el gran punto que veo conflictivo. No me preocupa como
quedaría España pues no tengo dudas de que quedaría parecido al momento actual.
Sin duda Cataluña, País Vasco, Galicia, Aragón, Canarias, Valencia, Baleares o
Andalucía lo tienen sencillo. Pero en una España federal no caben con facilidad
las provincias ni las autonomías uniprovinciales. ¿Cómo encajamos con el
estatus de naciones federalizadas a Murcia, Rioja, Cantabria, incluso
Extremadura o el peculiar caso de Navarra? Cada caso necesita un ajuste o
cambio complejo. Y no nombro a Madrid. ¿Sería lógico mantener a dos Castillas y
a un Madrid juntos en una misma nación federal? ¿No sería una desnaturalización
que se juntaran 15 provincias con una superficie de 182.000 kilómetros
cuadrados, el doble que Andalucía, 26 veces menos que el País Vasco?
¿mantenemos a Navarra separada del País Vasco? ¿Qué se puede hacer con Murcia o
con Cantabria; la unimos o la mantenemos separada?
¿Habría que modificar la Constitución? Sin duda, incluso es
bueno hacerlo así y profundamente, pues intentar encajar esta nueva forma de
organizarse dentro de pequeños retoques sería un grave error histórico. Pero no
debemos tener miedo a reformar leyes. Es mucho peor que “nos” las reformen. Es
bueno, muy bueno incluso, sentarse a negociar, a ponerse de acuerdo en ir
escribiendo la historia. Los
federalismos se crean y se destruyen de tres maneras posibles.
Una: negociando y realizando cambios legales con consenso.
Dos: con un golpe de Estado civil o militar, cruel o no, que
hace cambiar las leyes “de golpe”.
Tres: con un cambio total tras unas elecciones generales de
los representantes legales en el Congreso.
De los tres sistemas tenemos ejemplos en España si miramos
un siglo atrás en nuestra historia. Y curiosamente (desgraciadamente) en estos
momentos hay personas que piensan que lo mejor sería el sistema uno o el dos o
el tres. Hay diversidad de gustos cuando lo que debería haber es necesidad de
tomar la iniciativa y ponerse a trabajar en la búsqueda de la solución.