Los papeles de Bárcenas, es decir, esa presunta contabilidad
que demostraría que la pasta gansa entraba y salía por y desde el Partido
Popular como quien tiene una gran empresa de tramposos, huelen a basura, pero
no serán nada.
En cualquier otro país los responsables hubieran dado un
paso al frente y tras aclarar y explicar a su modo, hubieran dimitido. No se
les pide mucho más, pero no eso se conseguirá en un país como España que
estamos en primero de preescolar en democracia.
Aquí estamos todos esperando como agua de mayo que sean los
jueces los que metan el dedo en el ojo y sea inevitable que tengan que ser
declarados impuestos unos y otros. Pero hay joder, si los delitos han
prescritos. Entonces aseguramos que ya no hay nada de nada. Es tanto como decir
que tu puedes matar, pero que si ha prescrito ya no se te puede ni llamar
asesino. Jope.
La dosificación de los papeles busca la trampa que de solución.
¡¡Mira que te delato!!; ¡observa qué tengo!; ¡acojónate y ayúdame a partes
iguales!
Bien, acostumbrarse a estos dramas políticos es otro drama
añadido. Sabemos que Bárcenas ha hablado con varios periodistas de distintos
medios. Que todos ellos tienen gotas o chorros de información de primera mano.
Que entre ellos solo El Mundo habla y que los demás permanecen callados. Que todavía
Bárcenas no ha dicho ante un juez nada que sirva legalmente para acojonar a
nadie, que todo son papeles que si los vuelve a negar no valdrían para nada que
no fuera para estar convencidos todos pero a la vez para que siguiéramos
jugando al avestruz. ¡¡Jope qué tropa tenemos, tíos!!