Ayer lo decía muy alto en Grecia el muy respetado diputado
de ICV Joan Herrera: “La izquierda real no debe resistir sino vencer”. No hay
que crecer sino ganar. Desea, trabaja, intenta crear un frente político unitario en
España y Europa de los partidos de izquierda, para demostrar que otras
políticas son posibles pero sobre todo necesarias.
Los partidos de izquierdas tienen que acabar con la realidad
de que en estos momentos son únicamente los movimientos sociales los que están
planteando una oposición viva al actual sistema de recortes e injusticias
sumados a la corrupción y los abusos bancarios.
La obligación de los movimientos políticos es tomar la
iniciativa, por dura y compleja que sea, para liderar el proceso de
regeneración política y social. No hacerlo es condenar a la desaparición a los
políticos como válidos y capaces a la hora de gestionar. Y esto nos llevaría a
un caos muy complejo de diseñar hoy. Un caos o varios.
La responsabilidad de la izquierda es clara, hay que ser
capaces y tener más visibilidad a la vez que crear un respeto que hoy no tiene,
entre el resto de fuerzas políticas e ideológicas conservadoras y de derechas.
Como Joan Herrera, a mi tampoco me dan miedo los “nombres”.
Ni me asusta cuando se habla de tripartito ni mucho menos cuando se dice Frente
Popular. Se hace desde la derecha para desacreditar con las palabras. Si un Frente
Popular es capaz de resolver los problemas, de dejar que sigan los abusos
contra los más débiles, me da igual el nombre. Simplemente digo que es
necesario. Y si a la derecha no le gusta, simplemente que haga posible el que
no sea necesario.
El gran problema para que no haya YA en España una colación
pensante y con ganas de trabajar de los partidos reales de izquierdas son los
egos, los personalismos, los odios ancestrales, la pureza de la ideología
progresista. Hay que tirar a la basura los miedos entre líderes y olvidarse por
unos años de los odios de tiempos viejos. O se es generoso o simplemente
desaparecemos. Y algunos juegan a esto último.