La energía social se va apagando como una vela de las pequeñas y no hay recambio a corto plazo. Así que o nos compramos una linterna nueva o nos vamos a un país en donde siempre sea de día.
El Papa ya bendice a los motoristas, lo cual es un detalle, pero sigue sin bendecir a los gays, a las mujeres que quieren ser sacerdotes o a los curas que quieren casarse. Son cosas del tempo, de los cambios sin ruptura, pues nada ilusiona más a quien manda que cambiar sin que nada cambie. Que se note mucho pero para que todo siga igual.
Dentro de unos siglos, o antes, se recordarán estos tiempos como los perdidos, los inútiles, aquellos en los que simplemente perdimos.
Efectivamente, ya hemos perdido, ahora solo falta disimular y no creérnoslo para no sufrir más de la cuenta.