Hoy publica el político, periodista y escritor venezolano Moisés
Naím en El País, un artículo que recomiendo leer titulado “Protestas: seis sorpresas” en donde analiza las dudas sociales que surgen al ver como las
protestas sociales están afectando a países con un cierto éxito económico en
los últimos años.
De las seis grandes dudas que plantea como análisis social
yo me quedo con la última que refleja algo perfectamente comprobable en todo
tipo de equipos humanos incluso sin depender de su tamaño: desde empresas, equipos
deportivos, ciudades, sociedades o civilizaciones enteras.
El politólogo estadounidense Samuel Huntington publicó en
1968: “El orden político en las sociedades en cambio” dando respuesta a una cuestión
compleja, basándose en que las sociedades piden más de lo que se les ofrece,
siempre y además a un ritmo mayor del que se les entrega.
Es decir, el ser humano se acostumbra muy pronto al cambio
positivo, y a una velocidad mucho mayor que la que tiene para reclamar lo que
se les resta cuando el cambio es negativo. Aceptan enseguida el cambio positivo
y sin agradecer siguen pidiendo más.
En cambio cuando los cambios son negativos intentan comprenderlos e incluso asumir parte de la culpabilidad.
En cambio cuando los cambios son negativos intentan comprenderlos e incluso asumir parte de la culpabilidad.
Sin querer o queriendo, cuando se les entrega mejoras
sociales creen tener derecho a más de lo que se les otorga y sin valorar de
forma correcta lo que se va consiguiendo reclaman unas velocidades distintas a
las que se les entrega.
Y en cambio, cuando se les resta derechos, se intentan
adaptar a la nueva situación con menos trauma aparente del que por lógica se
entendería al observar que lo que se les quita, es calidad de vida que ya
tenían.
Como es lógico esta apreciación está basada en la suma del
“todo” y de “todos” y buscando una media social de respuesta y no en los casos
concretos o las defensas potentísimas que ejercen algunos colectivos, muchas
veces basándose en asuntos menores pero que han supuesto romper la delgada
línea de la razón.
Podríamos decir que lo que provoca la violencia como muy
bien explica en su artículo Moisés Naím es a veces un asunto de menor
importancia —su sorpresa número 1— que en otra situación no pasaría a la
violencia, pero que algo incontrolable en un momento crítico y sin motivo
aparente enciende sin límites.
Y ese es el gran asunto a analizar por los dirigentes políticos de todo el mundo. ¿Qué provoca el estallido social? ¿hasta donde se puede estirar la cuerda de las reformas y los cambios? ¿hasta donde aguanta una sociedad su situación negativa y por qué estalla?
Y ese es el gran asunto a analizar por los dirigentes políticos de todo el mundo. ¿Qué provoca el estallido social? ¿hasta donde se puede estirar la cuerda de las reformas y los cambios? ¿hasta donde aguanta una sociedad su situación negativa y por qué estalla?
Las sociedades se mueven por leyes complejas, por
movimientos de muy complicado análisis. Es cierto que la sociología es a veces
miedosa o al contrario, según pueda interesar o no a quien la maneja, basándose
en que el ser humano tiene unas agallas de distinto tamaño según las
situaciones y los estresores que le embuten en su cabeza.
La capacidad de aguantar no radique tanto en la acción y su posterior reacción, como en una serie de factores de complicado análisis anterior y muy fácil en su análisis posterior.
La capacidad de aguantar no radique tanto en la acción y su posterior reacción, como en una serie de factores de complicado análisis anterior y muy fácil en su análisis posterior.
Siempre ante cada acción hay unos factores de reacción. Y
contra la reacción hay posteriores acciones. Pero a veces van creciendo y otras
se comportan en clara disminución. Por eso todos los sistemas políticos tienen
potentes equipos de sociólogos de crisis y de cabecera para intentar adivinar hacia dónde nos movemos,
algo sumamente complejo.
Por ellos siempre se están preguntando: ¿Cómo reaccionará la sociedad ante esto que les voy a gestionar y cambiar? ¿qué debo hacer como gestor para que no sufran rupturas y se entienda como yo quiero que se entienda?
Por ellos siempre se están preguntando: ¿Cómo reaccionará la sociedad ante esto que les voy a gestionar y cambiar? ¿qué debo hacer como gestor para que no sufran rupturas y se entienda como yo quiero que se entienda?
Ya no se trata de explicar a la sociedad lo que se va a realizar, sino al contrario lograr que se entienda como interesa a los que lo proponen, para obtener la reacción que en cada caso conviene.
La comunicación es pues fundamental, aunque en estos casos sea comunicación manipulada y cocinada para obtener unos resultados programados.