Llevo unos días atropellado de pensamiento mientras los enfriamientos nos atacan a las gargantas. Lo malo de los catarros es que no te avisan, no conocen de días fáciles o difíciles, días posible y días impertinentes. Sé que será una semana, pero jodo, una semana son siete días. Tengo toda la artillería preparadas. Pastillas, jarabe, pomada, pañuelos. Pero nada evita, si acaso disimula. Me voy a dormir siete días y que salga el sol por Antequera.