Lo dice muy claro hoy José Luis Trasobares, el PP de Aragón está
gobernando a golpe de multa a quien osa menearse de la acera contraria. Tienen
miedo a la gente de la calle, a los ciudadanos que votan aunque no les voten a
ellos. Pero lo curioso es que también tienen miedo a los que les votaron pues
saben que se están escapando por la gatera. El PP tiene aguas y nadie desde
dentro entiende nada.
El PP tiene aguas y el PSOE tiene un terremoto interno. Pero
hay que disimular. Las encuestas no valen, según todos ellos, pues son una
fotografía, si acaso un vídeo, pero nunca el final de la historia.
Y es verdad, el final puede ser mucho peor. Es cuestión de
leer un poco y darse cuenta que si algo puede empeorar, que no dudemos,
empeorará.
Hace dos años del 15M de 2011, aquella maravilla de
movimiento de jóvenes que se disolvió como azucarillo en agua caliente. No dio sabor
y si acaso algo de temor hasta que los listos de siempre lograron entrar dentro
y desmantelarlo poco a poco. Es una pena que no lograra criar a media docena de
líderes nuevos, si acaso a uno, y que no tuviera continuidad desde sus casas y
despachos, en forma de rebelión nueva.
Rebelarse no siempre debe ser con cara de amargados y los
palos en la mano, hay muchas maneras de rebelarse y la que más jode es la nueva
de hacerlo en silencio y con inteligencia. Cuando un problemas es complicado
para poderlo resolver hay que mirarlo desde otra óptica, más nueva y diferente,
para pillar desprevenidos a los viejos dinosaurios.