Hablando de política, hoy nos marcábamos el punto desde el que
hay que partir para intentar el cambio, la reforma, la solución imposible. Y un compañero de otra formación política distinta a la mía me ponía el listón en 1973. Hay que recuperar el espíritu de 1973, me decía; no el de 1975 sino el de 1973.
No quiere volver a escuchar
nada del espíritu de la Transición que tantos errores actuales nos está demostrando, por tragar por el posibilismo que nunca
debimos aceptar los que por entonces andábamos por los andurriales de
la política. Nos engañaron y no debemos caer otra vez en la trampa. No logramos
ser inteligentes admitiendo unas reformas que se han vuelto inoperantes. Hoy
todo está en cuestión. Todo. Visto así es complicado oponerse a sus razones.
En 1975 nos planteamos qué podíamos hacer con la libertad. Y
tal vez nos asustamos aceptando recortes que nunca debimos escuchar. Teníamos ejemplos cercanos donde copiar, Francia por poner un
ejemplo. Pero creíamos que éramos distintos y que podríamos jugar a ser el Reino
Unido. Hay vamos camino de ser Letonia o Eslovenia.
No es posible aceptar que en
un año se pueden perder derechos
adquiridos durante gestiones o peleas sociales conseguido en estos 35 últimos años. ¿Para qué sirve pelear por algo si
luego te lo pueden quitar en una decisión de viernes?, eso como
concepto político no sirve pues lleva a la
sociedad a dejar de creer, a desencantarse, a la inoperancia social. Y con el
tiempo a la violencia inevitable.
Vamos camino del caos. Una
juventud parada y sin futuro, cuando no fuera de España. Unos mayores de 50 años que ya no creen en nada.
Unas clases medias en retroceso y asustadas. Unas castas políticas ancladas en el pasado y una sociedad desencantada y
sin ganas.