Somos seres llenos de miedos y
los que mandan y leen libros de sociología saben que los miedos mueven
montañas de más miedos. Nada hay que acojone más que saberse acojonado y sentir que además hay que disimular. A nadie le parece bien aparecer como
un miedoso, así que se lo calla pero actúa como es. Votamos o dejamos de votar simplemente por
miedo. A veces el miedo lo disfrazamos de pasotismo, de desafección más veces o de dejadez mental
asegurando que sabemos muy bien lo que hacemos, simplemente para no admitir que
tenemos miedo. Temor al cambio, a estar peor de como estamos. Así pueden jugar con nosotros como si fuéramos títeres en sus manos.
¿En manos de quien?, pues simplemente de los que no tienen
miedo. El poder lo tienen o lo podemos tener aquellos que utilizamos nuestra
parcela de libertad para opinar, actuar o movernos entre los despachos a los
que podamos llegar. Estamos en manos de los que saben que la mayoría tienen miedo y de los que saben jugar con la provocación de más miedo. En manos de los que
tienen tanto dinero que ya no les importa nada y simplemente juegan a crear
miedos, a manipular conciencias, empresas, proyectos, gobiernos.
Mandan sobre nosotros los que
pueden tener a su servicio a gente más listas que ellos y que hacen
lo que les ordenan, casi siempre decisiones de laboratorio social, financiero,
laboral o comunicativo. Nos hemos ido convirtiendo en una sociedad muy
sofisticada donde ya no es necesario ser muy listo para manipular todo, sino
tener dinero y capacidad para hacer equipos que te manipulen por ti. Si sabes contar
con los mejores asesores, los mejores o más atrevidos cirujanos
sociales, los más manipuladores financieros,
podrás triunfar sin mancharte las
manos y sin que nadie pueda demostrarte nada, excepto que sea más listo que tu equipo, es decir que se te haya pasado
comprarlo para tu equipo.