El lío del
Instituto Noos —de momento digo lío— nos está saliendo muy caro a los
españoles. La imputación de una hija del
Rey es peligrosa para el país como “valor” y aunque suene a un paso necesario,
también puede sonar a un intento por aclarar y por exonerar a la infanta
Cristina de toda implicación. Si el juez no hubiera imputado a la hija del Rey
se entendería que no somos todos iguales ante la ley, pero si se imputa y luego
no se acusa, al menos quedará como que se ha intentado llevar la justicia hasta
donde se puede llegar con las pruebas actuales.
Su papel como
“cooperadora necesaria” se sujeta con pocos hilos y unos buenos abogados lo
derribarán. Lo sabe el juez mientras el fiscal hace lo que le ha tocado hacer,
lo piense o se lo indiquen, que nunca lo sabremos.
Será complicado
acusarla, excepto que la suma de errores y horrores del resto de implicados más
las respuestas de Cristina en abril se lo pongan ”a huevo” al juez. Utilizar a
la esposa famosa y con poder mediático es de jetas e incluso si llegara el caso
de delincuentes. Pero permitirlo y no enterarse por parte de ella puede ser de
imbéciles o de avestruces, algo distinto a ser culpable de malversación.
Efectivamente,
si esto lo hubiera hecho yo como mi santa señora, ya estaríamos acusados y
alguno de nosotros con medidas más que cautelares. Pero estos señores de Noos son
algo más y para probarlo simplemente ver los titulares de la prensa europea. Lo
que han hecho, hacen y lo que tendrán que hacer, sí nos afecta a todos los
españoles, aunque no deseemos entenderlo así.
¿Hay
soluciones?, sí, para eso sí, para “el todo” es más complicado. Si resulta
acusada tras su primera declaración debería abandonar totalmente lo que se
llama “Familia Real”. La primera sentencia la debería dar el Rey. ¿Hace todo
esto daño a la Monarquía?, sin duda y mucho. Pero no al actual Rey sino al
futuro Rey. Quien por cierto tiene ya otra herida y parece propia y personal
con los datos que van surgiendo sobre su matrimonio y que parecer ser esta
próxima semana se van a ampliar con la publicación de un nuevo libro.
Los españoles
deberíamos opinar otra vez, que para eso se inventó la democracia. Una
abdicación y una posterior consulta constitucional iría como bálsamo a la
tranquilidad, antes de que todo se convierta en imposible de aguantar. Pero yo
no estoy para dar consejillos a la Monarquía, pues soy republicano; lo siento.