Europa quiere acabar con Europa, o al menos con esa Europa grande y unida que llegamos a imaginar y creer. Incluso se podría decir que desea para dentro de una década que algunos países de Europa se conviertan en territorios peligrosos o al menos en sociedades muy cabreadas que caminarán hacia un anarquismo de incógnita potencia.
Nada es nuevo, tampoco las respuestas que dan las sociedades a los abusos que las destrozan, a las normas que les restan lo conseguido a costa de no se sabe bien qué motivaciones.
La historia siempre se ha ido escribiendo a golpes de crisis, esta de esta década es otra más de las que podemos leer en los libros de historia. Y sabemos las respuestas, sabemos los caminos que se irán abriendo según NO vayamos haciendo lo que debemos. Europa explotará si seguimos restando derechos a alguns de sus sociedades, da igual si es inevitable o no suprimir lo conseguido, las sociedades no entienden de eso. Simplemente cuando una sociedad vive peor que la anterior y peor que las que le rodean, termina explotando aun a costa de perder todavía más. Y en eso estamos, sabiéndolo además.
Bien, es cuestión de esperar, ya que hemos demostrado que somos incapaces de resolver nada, sino si acaso, de estropearlo más. Una vez que ya no creemos en la política, en los políticos y los gestores de la sociedad -antes nos quedaba la religión o los militares, ahora no- queda la anarquía en diversos grados. El conflicto está simplemente esperando de forma latente, en espera de la chispa.