La sociedad
está muy cabreada pero incurrir en los escraches como herramientas de queja me
parece un grave error. Hay que presionar ante los desmanes, ante los errores,
por los cambios de leyes que siempre joden a los mismos, pero toda queja tiene
que disponer de un espacio en el tiempo y sobre todo en el espacio.
Los políticos
tienen su responsabilidad pero también su vida privada. Podemos estar en contra
de sus gestiones, de sus decisiones, pero toda crítica debe acabar donde
empieza su vida privada. El límite acaba donde acaba su cargo y empieza su vida
privada.
No es de
recibo aprobar y aplaudir los sistemas de presión hacia las personas que llega
hasta sus vidas privadas. Como no lo es comparar estas prácticas con el nazismo
como ha realizado la diputada del PP Eva Durán, pues simplemente buscan
equivocadamente unas reacciones. Los unos y los otros.
Contra toda
acción siempre hay una reacción. Presionar hasta sus vidas privadas tendrá sus
consecuencias como resistencias que hoy no podemos controlar. Y no me gusta
llegar hasta esos extremos. Sé lo que están pensando los que se sientes
presionados e incluso perseguidos y es caer en una tentación equivocada y en
otro error añadido a la lista.
Es verdad que
la situación social se está complicando sin aire de futuro, y es verdad que los
pactos teóricos de no agresión se han roto unilateralmente por los que mandan,
haciendo perder a los débiles los derechos adquiridos durante muchos años de
gestiones y peleas. Pero hay que saber medir las consecuencias de toda acción.
Se pueden convertir en una pelota que vuelve sin premio.