Tras la
muerte de Hugo Chávez se abren diversos interrogantes —sociales sobre todo— que
resulta interesante analizar.
El primero y
básico es saber qué rumbo va a tomar a medio plazo Venezuela. Es un país muy
importante en el mundo como para pensar que las soluciones a sus intereses son
solo internos. Gran parte de Hispanoamérica mirará con ojos atentos las
soluciones que se tomen y sus resultados.
El segundo es
entender el papel de Hugo Chávez en el mundo tras estos 14 años de gobierno en
Venezuela. No era un político al uso, tal vez el moderno político de la América
más complicada de entender en Europa, un demagogo y populista pero muy querido
político de un país que cuando él llegó estaba peor de cómo lo deja. Pero no ha
logrado pacificar el país y eso es un peso tremendo para el futuro.
Tras la caída
del Muro de Berlín, del comunismo como posibilidad teórica, quedó una especie
de renacer de extrema izquierda entre los llamado Presidentes Bolivarianos, de
los que Chávez era el ejemplo a seguir. Casi dictadores, lo eran de izquierdas
y eso significa una moderación clara en sus movimientos de control político o de sociedades que no
opinan como ellos. No son países democráticos como en Europa, pero tampoco son
países como los Chile de Pinochet o las Argentinas de Videla. Habían creado un
nuevo sistema político en donde el poder militar les respetaba y los votos de
las sociedades más pobres les respaldaban ante las urnas. Ahora se abre el
futuro de estos sistemas que no es posible exportar.
Los datos son
contundentes. Según la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL), la pobreza en Venezuela se situaba en un
49,4% en el año 1999 y era del 27,8% en el año 2010. Se podría haber hecho
mejor, pero lo realizado es muy importante. Ahora toca esperar que la propia
sociedad venezolana sepa entender esto, asumir con calma que los tiempos en
política son a veces lentos, y que hay que intentar no perder lo conseguido.
Para ello es fundamental unas nuevas elecciones libres y un respeto a quien
salga elegido. Un respeto y un clamor de ayuda, pues la va a necesitar para
evitar ser comparado con maldad.