Un país capaz de poner a tres millones de personas mirando en televisión a un famosete que se ducha saltando de golpe, es un país complicado de entender. Que sean las dos cadenas más importantes por número de clientes, las que compitan para ver quien logra más espectadores en saltos contra el agua, es de premio a la estulticia.
Somos lo que queremos, lo que decidimos, así que si nos gusta ver ducharse a un famosete en traje de baño, mientras hace tontadas para impresionar, es que somos así de mirones y de pasivos.
Tranquilos todos, que lograremos empeorar nuestro propio concepto a poco que nos lo propongamos. Claro que si entre 47 millones, son 3 los que ven esta mamarrachada, en realidad hay 44 millones que no lo ven. Esto ya es una buena noticia.