¿Y a partir
de ahora, qué? El daño que se está haciendo a la política en España es
gravísimo, las posibilidades de salir bien de esta basura son muy pocas, los
pasos a dar son complicados y no hay carácter para darlos. La sensación y la
mezcla de varios casos de corrupción de muy alto nivel están llevando a España
a una situación tan grave como la de aquel enero y febrero de 1981.
Podemos
pensar que no sucede nada, podemos incluso buscar excusas y creernos milongas,
podemos estar convencidos de que todo es un gran invento, pero la sensación
social es muy otra y las pruebas se amontonan en una dirección que nos lleva al
vertedero.
En
situaciones como esta, solo las grandes alturas de miras, el convencimiento de
que por encima de todo está el país o el Estado o ambos, nos pueden salvar del
colapso. No será sencillo salir de la crisis económica, pero de esta crisis política
y de Estado va a ser imposible si no ponemos remedio con urgencia a modos y a vicios,
a sensaciones y a miedos, a faltas de respeto y a trasparencias.
Hay que
cambiar tantas cosas que parece imposible hacerlo. Pero en cambio todos
coincidimos en que debemos realizar este cambio o no saldremos con la cabeza
alta de este barullo. La papilla vomitada es de tal carácter, que nos va a manchar
a todos nosotros. También a los que creemos que mirando hacia otro lado, es
suficiente.
O se convocan
elecciones anticipadas con urgencia. Una mala solución de cara al exterior.
O se dimite y
se busca un Gobierno alternativo del PP con personas completamente nuevas que dirijan
el partido de otra manera, liderado por una persona independiente tipo Monti.
O se forma un
Estado de coalición en donde formen parte al menos 5 partidos políticos en un
Gobierno de transición hacia un nuevo modelo de financiación política, con
limpieza de todo lo que suene anterior al año 2010.
A grandes
males, grandes remedios, o lo males seguirán creciendo. España no es un país de delincuentes o jetas, de chorizos o de recoge sobres. Si acaso es un país de tranquilos y de indolentes. CAsi no queda tiempo para evitar el ahogo.